Receta sana, ligera y muy sabrosa.
Tanto si te gusta el verde, como si estás a dieta, como guarnición o como primer plato. Riquísimo.
Esta receta, más que una receta propiamente dicha, es un conjunto de truquillos para mantener todas las propiedades y obtener todo el sabor y la textura de uno de los platos más saludables que puedas imaginar, que puede formar parte de la mayoría de las dietas, ya sea de adelgazamiento o por algún motivo de salud y que, además, sirve como acompañamiento y como plato por sí mismo.
INGREDIENTES:
Verduras, sal al gusto y agua. Así de fácil.
PREPARACIÓN
Lo primero que recomendamos es escoger un solo tipo de verdura o tipos de verdura similares en consistencia. Así, recomendamos brécol, judías verdes, coliflor, alcachofas, zanahorias o espárragos, por poner algunos ejemplos. Si elegimos tipos de verdura similares, se pueden elegir diferentes tipos de judías, entendiendo como judías las vainas de las mismas. Puede escoger varios tipos, de vaina plana (Bina y Boca de Dragón ) o de vaina cilíndrica (Demeter, Contender y Manteca de Roquencourt), También puede escoger diferentes tipos de flor de coles, como la coliflor (ya sea la blanca o la morada), el brécol (también llamado brócoli) y el romanescu. Evidentemente también se pueden hacer diferentes combinaciones, teniendo en cuenta que algunos vegetales son más compactos que otros y que, por tanto, tardarán más en estar cocinados. Como consecuencia de ello pueden ser añadidos en tiempos diferentes o cortados en trozos más pequeños. Nos sería imposible indicar los tiempos de las posibles combinaciones, y más si añadimos que hay quien prefiere la verdura más dura o más blanda.
Elegidas las verduras, calentamos el Kamado llevándolo a una temperatura de unos 120ºC. La intención es estabilizar posteriormente la temperatura a 105ºC, de forma que se lleve a ebullición el agua, pero a su vez no haya excesivo calor dentro del kamado. Mientras se calienta, cortamos las verduras separando las que tarden más, en caso de que estemos mezclando verduras, y sazonamos. Por ejemplo, tendremos las patatas peladas y troceadas, las alcachofas cortadas a la mitad y la coliflor por un lado, y por otro lado el brécol, las judías verdes y la zanahoria.
Con el fin de acelerar el proceso, hervimos agua en una cocina convencional y metemos en el kamado, sobre una rejilla a media altura, una bandeja de aluminio ancha y poco profunda para que esté caliente. Una vez el agua esté caliente la echaremos en la bandeja que tenemos dentro del kamado ya caliente (así el agua no se enfría). Posteriormente colocamos las verduras sobre una rejilla en la parte alta del kamado, como sabemos el vapor sube, y cerramos el kamado hasta conseguir la textura de las verduras deseada.
Pero, para aquellos que quieran condimentar sus verduras, les ofrecemos a continuación una salsa que les va muy bien: la salsa holandesa. Pero ojo, con esta salsa ya deja de ser una receta de dieta ¿eh?. Para su creación no utilizaremos el kamado. Lo haremos en una cocina convencional.
Salsa holandesa
Ingredientes:
3 huevos
150 gr. de mantequilla
Zumo de limón
Sal
Pimienta
Preparación:
Separamos las yemas de las claras de los huevos. Las claras podemos utilizarlas para otras recetas (una Mouse, por ejemplo) o desecharlas. Utilizaremos las yemas únicamente.
Separamos también la grasa del agua de la mantequilla. Para ello la calentaremos a fuego lento (sin que hierva) hasta que se derrita, dejamos que repose, de forma que se forman unos residuos, blancos, que se van al fondo. Colamos el líquido, de forma que estos residuos se queden en el colador y nos quedamos con la grasa.
Batimos las yemas levemente y le echamos un pellizco de sal y otro de pimienta (cantidad en función del gusto de cada uno).
Con una batidora de barillas, o mucha paciencia si se hace a mano, lo cual además complica mucho la tarea, montamos las yemas añadiendo muy poco a poco la grasa que tenemos separada. Muy poco a poco y teniendo cuidado de que no baje las yemas.
Una vez hayamos echado toda la grasa de la mantequilla, nuestra salsa holandesa estará lista para servir. Es aconsejable no dejarla enfriar, para que resulte más placentera aún al paladar y no desentone con el calor de las verduras al vapor.
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